martes, 9 de noviembre de 2010

Shh...Silencio

Ella se estaba acercando lentamente a mí mientras miraba al suelo, susurraba algo que no llegaba a escuchar, a unos metros calló y me miró. Cogió mi rostro entre sus manos, sus labios se acercaban...

El despertador no tenía nada mejor que hacer que molestarme, estiré el brazo buscando el botón para apagarlo mientras lo maldecía silenciosamente. En cuanto se calló me di la vuelta intentando volver a dormirme, para volver a verla. Cuando descubrí que era imposible seguir soñando decidí levantarme y no seguir desperdiciando el día. Toda la casa seguía durmiendo tranquilamente, pues apenas había amanecido, tenía toda la planta baja para mí solo. Empecé por unas tostadas y un vaso de zumo, me tumbé en el sofá y puse la televisión bajita para no molestar a nadie. Debería estudiar, pero...no me apetecía, después de otro de sus sueños no podía estudiar. Esa chica que se me aparecía me hacía dudar de mí mismo, cada vez que Lara intentaba besarme me escabullía tan bien como podía, ella estaba muy enfadada pero, en verdad, la comprendía. Creía que tenía a otra persona, porque eso no podía ocultármelo, pero eso solo era verdad a medias.

No quería seguir sentado sin hacer nada, me aburría. Subí las escaleras para volver de nuevo a mi dormitorio, ya estaba cerca cuando escuché una ligera risa. Me paré en seco.

-Estás loco- Me dije a mí mismo- Es imposible que hayas escuchado algo, todos duermen.

Pero hay estaba otra vez esa risa, ese susurro que por una parte me invitaba a descubrir quién estaba en mi habitación, pero por otra me asustaba y solo el hecho de pensar en encontrarme con algún desconocido me aterrorizaba. Al final la curiosidad me ganó, me acerqué intentando hacer el mínimo ruido posible y abrí la puerta lentamente. Dentro no había nada, ni nadie. Me decidí a entrar con un poco de miedo, pero no había nada fuera de su sitio, todo seguía como yo lo había dejado al levantarme, la ropa y lo libros tirados por todos lados, la cama desecha... ¿la ventana abierta? No, era imposible, esa noche había llovido a cántaros y yo nunca abría dejado la ventana abierta. Otra vez esa risa, y esta vez no me la había inventado, era demasiado real como para creer que estaba en mi cabeza. Avancé lentamente hacia la terraza y me asomé al balcón. Había una chica, y me miraba atentamente. Me quedé paralizado.

-No te asustes...No te haré daño.- Esperó a mi reacción y, cuando comprobó que no saldría gritando, se acercó hacia mí dando pequeños saltitos.- ¡Soy Claire!- En su cara había una gran sonrisa a la que no pude evitar corresponder a pesar de estar tremendamente asustado.

-Yo...Soy Luke.

-¡Lo sé! Hace mucho tiempo que te conozco.

-¿Cómo?

-Hace mucho tiempo que entro en tus sueños.

Y esa frase fue la que me hizo fijarme más detenidamente en ella. En sus rizos castaño oscuro que bailaban al compás de su movimiento de cabeza, en sus ojos que me miraban fijamente, en sus labios, de los cuales deseaba conocer el sabor, en esas manos y en esos brazos, que juraría haber notado acariciando mi cuello y mi pelo una y otra vez, en su cintura que recordaba haber agarrado para acercarla más a mí...

-¿Te conozco de algo?

-No lo sé, ¿sueles recordar tus sueños?

-¿Qué haces en mi habitación?

-Llevo mucho tiempo aquí, pero es la primera vez que me muestro físicamente ante ti.- No pude contestarle. ¿Mostrarse ante mí? ¿De qué estaría hablando?- Ah, claro. Debería haber empezado por ahí. ¡Soy un fantasma!

Me quedé con la boca abierta, ¿estaría loca?

-¡¿Có-como que eres un fantasma?!

-Shh...Vas a despertarlo. Pues eso, que soy un fantasma, llevo mucho tiempo viviendo aquí, puedo contarte mi historia. Pero con dos condiciones -Asentí- La primera: Que entremos, estoy muerta de frío...

Ella sola se rió el chiste. Me cogió de la mano como si hiciese años que fuésemos amigos y me llevó hasta la cama, dónde se sentó, yo preferí coger la silla de mi escritorio y la puse de manera que el respaldo quedase por delante para así poder apoyarme en él.

-¿Y la segunda?

-¿Qué? ¿Qué segunda?

- Había dos condiciones ¿recuerdas?

-¡Ah, sí! Esa segunda. Es que soy muy despistada. La segunda es que no me interrumpas, que estés en silencio para abreviar. Me pone de los nervios que me interrumpan...